NUESTRA IGLESIA EN EL 2° FORO DE DIVERSIDAD RELIGIOSA 2016 EN TUNJA
Participó la Iglesia el 2 de Noviembre del 2016 en el 2° FORO DE DIVERSIDAD RELIGIOSA 2016: LA RESPUESTA DE LAS RELIGIONES A LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ, celebrado en la Universidad Santo Tomas de Tunja, Colombia.
El Arzobispo Jairo, presentó la Ponencia: “LA IGLESIA ORTODOXA UN APORTE PARA LA PAZ QUE SE CONSTRUYA CON ACTOS DE AMOR”.
A continuación el contenido de la PONENCIA.
Titulo Ponencia:
“LA IGLESIA ORTODOXA UN APORTE PARA LA PAZ QUE SE CONSTRUYA CON ACTOS DE AMOR”
Ponente: ++ Jairo González Montoya
Iglesia de la Santa Fe del Oriente Cristiano – Iglesia Ortodoxa No Canónica – Rito Occidental – APC de Rusia
¡En Paz roguemos al Señor!
¡Muy buenos días para todos y todas!
Nuestro muy Recordado Santo entre los Santos, SAN JUAN CRISÓSTOMO en alusión a las escrituras cristianas, repetía, “Un préstamo al pobre es un préstamo al Señor, y el Señor mismo pagará la deuda.” PROVERBIOS 19:17
“QUIEN DA A LOS POBRES LE PRESTA A DIOS”
El don divino de la libertad es uno de los más grandes otorgados al hombre. “Dios creó al hombre inicialmente libre y le dio el libre albedrío, con la única restricción de la ley del mandamiento” (Gregorio el Teólogo, Oratio XIV, 25. PG 35,892A).
La libertad hace que el hombre sea capaz de progresar indefinidamente hacia la perfección espiritual, pero, al mismo tiempo, implica el peligro de la desobediencia, el riesgo de la independencia de Dios y, por consiguiente, de la caída, de donde proceden las consecuencias trágicas del mal en el mundo.
Nuestra humilde jurisdicción ortodoxa No canónica, desde hace 12 años que viene ayudando a construir tejido social en Colombia ha entendido, adicional a las enseñanzas bíblicas, a la tradición de la Iglesia y a las enseñanzas apostólicas; que “A UN PUEBLO CON HAMBRE SE LE HACE DIFICIL CRER EN DIOS” … Es entonces cuando vislumbramos que la PAZ debe partir de la condición y disposición del SER HUMANO…Pero con una visión NO ANTROPOMORFICA por defecto; si no una visión espiritual de hijos de la luz.
Desde nuestro pensamiento teológico, el hombre no puede participar en la esencia de Dios, pero según San Gregorio Pálamas, puede participar en las “energías” o manifestaciones externas de Dios, que son parte de Dios, como los rayos del sol son parte del sol.
Esto no se considera posible en el Occidente Cristiano, donde lo mayor que puede esperar el cristiano es la “salvación,” después de purgar sus faltas.
La Iglesia Ortodoxa en sus miembros espera “deificación,” verdadera unión con Dios, un proceso dinámico y gradual que dura toda la vida y no sólo se decide al morir, de allí que nuestro tránsito en esta tierra debe ser hoy y siempre el querer y desear HACER que la paz que deseamos sea la PAZ QUE SOLO DIOS NOS DA, “Les dejo la paz. Les doy mi paz, pero no se la doy como la dan los que son del mundo.” Jn 14, 27
Existe una visión religiosa sobre la naturaleza del ser humano y su relación con la gracia y un concepto religioso sobre la función del Cosmos y su destino. Dijo el Apóstol San Pablo: “Tenemos la mente de Cristo”. ( 1 Corintios 2:16), Podrá quien no ama la Paz tener la mente de Cristo?
La Iglesia ortodoxa reconoce y subraya diacrónicamente el lugar central de la paz y de la justicia en la vida humana.
La revelación misma en Cristo está caracterizada como “evangelio de paz”, “Estén siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz” Ef. 6,15, pues Cristo, “al instaurar la paz por la sangre de su Cruz”, “y por medio de él Dios reconcilió a todo el universo ordenándolo hacia él, tanto lo que está en la tierra como lo que está en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que Cristo derramó en la cruz” Col 1,20, “ha venido a proclamar la paz, paz para vosotros que estabais lejos, paz para los que estaban cerca” Ef 2,17. Él se ha convertido en “nuestra paz” “Cristo es nuestra paz” Ef 2,14.
Puesto que la paz de Cristo es el fruto maduro de la recapitulación de todas las cosas en Él; del valor y de la grandeza de la persona humana, en tanto que es imagen viva de Dios; de la manifestación de la unidad orgánica del género humano y del mundo en Cristo; de la universalidad de los principios de paz, libertad y justicia social; y en fin de la fecundidad del amor cristiano entre los hombres y los pueblos.
La verdadera paz es fruto del triunfo sobre la tierra de todos estos ideales cristianos. Es la paz que viene de lo alto que la Iglesia ortodoxa pide siempre en sus oraciones cotidianas, rogándole a Dios que todo lo puede y que escucha las oraciones de los que a Él acuden con fe.
Hoy más que nunca, esta tierra, este amado país que entre todo lo que nos ha dado, NOS HA TOCADO LO BUENO, Y LO MALO, nos necesita para aportar a la Paz, pero una paz duradera y es difícil tender puentes de paz duradera si nuestros ministerios solo “SE DIRIGEN A DIOS, OLVIDANDO A SU PUEBLO” “Cuando el pueblo de Israel era niño, yo lo amaba; a él, que era mi hijo, lo llamé de Egipto. Pero cuanto más lo llamaba, más se apartaba de Mí” Oseas 11, 1-2
Basilio el Grande añade: “No puedo convencerme de que soy digno de ser llamado servidor de Jesucristo si no estoy dispuesto a amar a los otros y a vivir en paz con todo el mundo, al menos por lo que de mí depende” (Epist. 203,1. PG 32,737B).
Y continua nuestro Padre San Basilio el Grande, afirmando “no hay nada más específicamente cristiano que obrar en favor de la paz” (Epist. 114. PG 32,528B).
La paz de Cristo es la fuerza mística que encuentra su fuente en la reconciliación del hombre con su Padre celestial “gracias a la providencia de Jesús que obra todo en todos, crea una paz indecible predestinada desde el principio de los siglos, nos reconcilia con sí mismo y, a través de Él, con el Padre” (Dionisio el Aeropagita, De nom. div. 11,5. PG 3,953AB).
Nuestra humilde Iglesia Ortodoxa, desde el pensamiento universal de la Ortodoxia piensa que es su deber apoyar todo lo que esté realmente al servicio de la paz, “Por lo tanto, busquemos todo lo que conduce a la paz y a la edificación mutua” Rm 14,19, para que abra el camino hacia la justicia, la fraternidad, la verdadera libertad y el amor mutuo de todos los hijos del único Padre celestial, así como de todos los pueblos que constituyen una sola familia humana.
La Iglesia es consiente del dolor de muchas personas que, en diferentes partes del mundo, están privadas de los bienes de la paz y la justicia.
¡La iglesia cree y se suma al clamor de la humanidad entera de volver nuestro rostro y buscar a Dios, ¡un Dios Vivo y Resucitado que Alienta con el Soplo de su Espíritu Santo nuestras vidas, nuestros sueños, Nuestro Sueño y Mayor Deseo, VIVIR EN PAZ!
El Señor, “Rey de justicia“, “Mequicedec y Salem, Rey de Paz y de Justicia” Heb 7,23, desaprueba la violencia y la injusticia y condena el comportamiento inhumano hacia el prójimo. En su reino cuya imagen y presencia en este mundo es la Iglesia no hay lugar ni para el odio entre las naciones ni para la enemistad y la intolerancia, “Entonces el lobo y el cordero vivirán en paz, el tigre y el cabrito descansarán juntos, el becerro y el león crecerán uno al lado del otro, y se dejarán guiar por un niño pequeño” Is 11,6.
La Iglesia ortodoxa a este respecto tiene una posición muy clara: la Iglesia ortodoxa cree que Dios “a partir de un solo hombre creó a todos los pueblos para habitar toda la superficie de la tierra” Hch 17,26, y que en Cristo “ya no hay judío ni griego, esclavo ni hombre libre, hombre ni mujer, pues todos vosotros sois uno” Gal 3,28.
A la pregunta de “¿quién es mi prójimo?“, Cristo respondió con la bella y disiente parábola del buen Samaritano narrada en Lc 10,2537. Así nos ha enseñado a abolir toda barrera de enemistad y prejuicios.
La Iglesia ortodoxa confiesa que todo ser humano independientemente de su color, de su religión, de su raza, de su nacionalidad o lengua está creado a imagen y semejanza de Dios y disfruta de los mismos derechos en la sociedad. Conforme a su fe; la Iglesia rechaza la discriminación bajo las formas arriba enumeradas, que suponen una distinción en la dignidad entre personas…NO PODEMOS DECIR A TODA VOZ, “SOY CRISTIANO”; si nuestros actos no anuncian la PAZ, si no la Guerra!
Con la paz y el perdón estamos llamados a vencer a nuestros verdaderos enemigos, que no son de carne y hueso, sino los espíritus del mal que están dentro y fuera de nosotros; de allí que la Iglesia con constancia nos enseña tres cosas para ser felices en esta vida y en la otra: Obedecer la Ley de Dios; Creer en Cristo; Vivir siempre de conformidad con su Doctrina real.
“Que Dios, que da esperanza, los llene de alegría y paz a ustedes que tienen fe en él, y les dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo.” Rom. 15, 13
¡Amén!
MUCHAS GRACIAS Y BENDICIONES,
++ JAIRO, Arzobispo
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